" Esta propuesta nos invita a reflexionar sobre la naturaleza humana, sometida a los propios miedos, a las inseguridades y a la insatisfacción, que se esconden tras otro relato más amable, más llevadero y que convierte la carencia en una virtud, gracias a la interpretación orientada de un público masivo y deseoso por observar morbosamente a Un artista del hambre. Así, la muchedumbre entusiasta contempla a este ser consumido, que disfruta del encierro por voluntad propia; que se niega la libertad y que goza con la mirada ajena, que transita veloz de la fascinación a la repugnacia, posada en su cuerpo cautivo. De tal modo, uno no cesa de interrogarse por la negación constante, que aquí no es sacrificio sino incapacidad. De ahí, que Kafka presente, frente a esta tendencia enfermiza que se deleita en su extinción, un animal lleno de vida, que responde y se rige por sus pulsiones.
El texto de Kafka salta de la página y cobra vida a través de Juan Ceaceros (actor) y Luis D'Ors (Director), que han logrado ser fieles al texto y, a un tiempo, transformarlo en una pieza escénica evocadora y ágil, que propicia el cuestionamiento en el espectador: ¡acudan, no les va a decepcionar!".
El texto de Kafka salta de la página y cobra vida a través de Juan Ceaceros (actor) y Luis D'Ors (Director), que han logrado ser fieles al texto y, a un tiempo, transformarlo en una pieza escénica evocadora y ágil, que propicia el cuestionamiento en el espectador: ¡acudan, no les va a decepcionar!".
Llanos Gómez, periodista en Radio Círculo y profesora
"en la línea de la dirección que inició hace años, una línea interesantísima de teatro puro, y basado en las herramientas del actor, esta compañía hace teatro de autor, de "arte y ensayo", como se decía antes de los directores de cine que hacían algo más personal y que valía la pena. En cuanto veíamos esa frasecita escrita en algún periódico, acudíamos todos como moscas a ver de qué se trataba. Es una delicia escuchar pura literatura también, aunque me parece un poco duro como monólogo (el propio texto me pareció tremendo). Preferiré las siguientes montajes del ciclo donde, -así se aseguró en el coloquio-, habrá más representación.Porque iré, claro.
Me encantó la puesta en escena, la escenografía, la luz.... me fijé mucho en el vestuario, que también me gustó y pensé cómo lo habría hecho yo, o qué detalles habría sugerido referidos a cómo acentuar la verticalidad del actor, para ópticamente adelgazarlo lo más posible. Los puños de la camisa, tan anchos, fueron todo un acierto.
Me emociona que sigamos peleándonos todos por seguir adelante pese al destrozo social que se está produciendo. Muchos ánimos. Espero impaciente lo siguiente." Ana Llena, vestuarista y escenógrafa
DIBUJO DE MIGUEL CUBERO - regalo para "Un Artista del Hambre"
Hola Luis, Quería agradecerte la función que nos has ofrecido, no me atrevo mucho en hablar en público de mis emociones después de haber visto un espectáculo, soy más bien discreta pero quería que supieses que me ha encantado.
La noche ha sido muy mágica además con los comentarios de los espectadores...
Y tu sala es maravillosa, me encanta, ¡la quiero como si fuese mía!
No sé qué decirte pq ya se ha dicho mucho, solo decirte que lo que haces me parece la esencia del teatro, el verdadero teatro, el teatro y el actor en estado puro y vivo.
Menos mal que hay gente como tú que sigue haciendo teatro así.
Espacio vacio y todo creado por el actor, actor, artista, artesano, humano, mágico, vivo, energía y emoción...
El teatro nos hace sentirnos vivos.
Muchas gracias de nuevo. Un abrazo,
Y tu sala es maravillosa, me encanta, ¡la quiero como si fuese mía!
No sé qué decirte pq ya se ha dicho mucho, solo decirte que lo que haces me parece la esencia del teatro, el verdadero teatro, el teatro y el actor en estado puro y vivo.
Menos mal que hay gente como tú que sigue haciendo teatro así.
Espacio vacio y todo creado por el actor, actor, artista, artesano, humano, mágico, vivo, energía y emoción...
El teatro nos hace sentirnos vivos.
Muchas gracias de nuevo. Un abrazo,
Leonor Imbert, actriz y directora del Grupo de Teatro del Instituto Francés de Madrid
Elogio de la palabra, nuestro ayunador
Durante y tras la representación de "El artista del hambre" se agolpan en mi mente y corazón miles de imágenes, recuerdos, textos... Es tal la intensidad de emociones las que se provocan en mí que me resulta difícil verbalizar en el momento, "in situ" lo visto y oído. Es necesario el paso del tiempo para poder escribir aquello que ha nacido en mi interior tras contemplar la representación que yo calificaría de "mágica".
Durante y tras la representación de "El artista del hambre" se agolpan en mi mente y corazón miles de imágenes, recuerdos, textos... Es tal la intensidad de emociones las que se provocan en mí que me resulta difícil verbalizar en el momento, "in situ" lo visto y oído. Es necesario el paso del tiempo para poder escribir aquello que ha nacido en mi interior tras contemplar la representación que yo calificaría de "mágica".
En primer lugar, la escenografía, una "estética de la simplicidad": una silla, una mesa, un medidor musical antiguo, un reproductor de música, un espejo, un baúl y un círculo alrededor que parece que delimita el espacio del personaje, solo parece.
Empieza la obra y el tiempo pasa, lento y agónico. Aquel "tac-tac-tac.." resuena en la cabeza del espectador y se introduce en las entrañas creando una atmósfera y un "tempo" acompasado y rutinario, como era la vida de nuestro artista, porque desde el primer momento empezamos a sentirlo así: nuestro. Deseas que ese ruido acabe ya. "Por favor", gritas desde tu interior, "basta ya", vuelves a decir. Se hace la luz y en ese momento el actor agarra el medidor y acaba con esa angustia que llena la escena y el ambiente.
El escenario comienza a llenarse de palabras: "Antes, espectáculos de este tipo, grandes espectáculos de este tipo, eran rentables de organizar por cuenta propia. Cosa que hoy es del todo imposible. Eran otros tiempos, otros tiempos. " Eran otros tiempos..., dijo Kafka. Eran otros tiempos... Son hoy esos tiempos, nuestros tiempos, mi tiempo. Del nosotros al tú más íntimo. Y a partir de aquí, todo es evocación, irrealidad, palabras, emoción... Esas palabras, valga aquí la redundancia, te "agarran" el alma. Cada uno desde su realidad rememora y recuerda imágenes de su vida. El narrador-actor y el público comienzan a ser una misma cosa. Aseguraría que el actor se contagia de las sensaciones del público que le ve y aseguraría también que la atmósfera de cada función es distinta... En la sencillez de un texto respetado al máximo, desde ese mismo texto.
Físicamente, en pequeños destellos, aparecen ante nuestros ojos un empresario, niños, música... Y, de pronto, se ilumina de un modo maravilloso el círculo y aparece el circo. ¡El circo! Se hizo contratar por un circo. ¿No es curioso que sea en un circo donde se desvela quién es él y sus razones? Siento que es el último intento de ser él mismo para los demás. Pero todos van a los establos y nuestro, en todo momento, nuestro/mi ayunador tiene que ver como los demás desplazan su mirada hacia los establos.
Y los personajes, en la presencia de Juan Ceacero, se multiplican: niños, empresarios, un vigilante. .. Un vigilante que se acerca a nuestro/mi ayunador y le pregunta: ¿Todavía ayunas? Y en un susurro, en una transformación grandiosa de este maravilloso actor, oímos y respiramos estas palabras: "Siempre he querido que admiraseis mi capacidad de ayuno." E irrumpe una gran bofetada en la boca del vigilante: "Y la admiramos." ¡¿Cómo?! Qué condescencia más dañina. ¿Será mentiroso y cruel? "Pero no debéis admirarla. [...] porque tengo que ayunar, no lo puedo evitar." ¡No lo puede evitar! ¡Ese es el milagro! No podía sacrificar quién era y es así desde el inicio de la representación. "¿Y por qué?" Se pregunta el vigilante, y me pregunto yo y nos preguntamos todos a la vez. "Porque no he podido encontrar comida que me gustara. De haberla encontrado créeme que no hubiera hecho ningún alarde y me hubiera hartado como tú, como todo el mundo." Y aquí es donde lo entiendes, donde te derrumbas, donde lo sientes más hermano. Aquí, de algún modo, vuelves a respirar y el corazón se ensancha.
Y pese a que le entierran junto a la paja y lo sustituyen por una pantera negra a la que, contrariamente al ayunador, cebaban; nuestro ayunador no desaparece. Aquí acaba la representación. Continua la magia.
Eva Pérez Ramos - escritora, profesora de Literatura
"¿ De qué trata esta obra?, de Kafka por supuesto, todo escritor habla de sí mismo; pero también habla de los otros, que son también parte de uno mismo, sin los cuales no podríamos ser nosotros. El artista, sin los otros, parece no llegar a realizarse nunca; el escritor en su soledad se inventa un mundo que lo acompañe y que curiosamente, se parece al mundo real que tiene a su lado y, que sin embargo, solo es capaz de descubrirlo al escribirlo.Y los personajes, en la presencia de Juan Ceacero, se multiplican: niños, empresarios, un vigilante. .. Un vigilante que se acerca a nuestro/mi ayunador y le pregunta: ¿Todavía ayunas? Y en un susurro, en una transformación grandiosa de este maravilloso actor, oímos y respiramos estas palabras: "Siempre he querido que admiraseis mi capacidad de ayuno." E irrumpe una gran bofetada en la boca del vigilante: "Y la admiramos." ¡¿Cómo?! Qué condescencia más dañina. ¿Será mentiroso y cruel? "Pero no debéis admirarla. [...] porque tengo que ayunar, no lo puedo evitar." ¡No lo puede evitar! ¡Ese es el milagro! No podía sacrificar quién era y es así desde el inicio de la representación. "¿Y por qué?" Se pregunta el vigilante, y me pregunto yo y nos preguntamos todos a la vez. "Porque no he podido encontrar comida que me gustara. De haberla encontrado créeme que no hubiera hecho ningún alarde y me hubiera hartado como tú, como todo el mundo." Y aquí es donde lo entiendes, donde te derrumbas, donde lo sientes más hermano. Aquí, de algún modo, vuelves a respirar y el corazón se ensancha.
Y pese a que le entierran junto a la paja y lo sustituyen por una pantera negra a la que, contrariamente al ayunador, cebaban; nuestro ayunador no desaparece. Aquí acaba la representación. Continua la magia.
Eva Pérez Ramos - escritora, profesora de Literatura
La obra, pues habla del artista y habla, y mucho del público. Un público que le adora o ignora, acompaña o abandona (...) Habla de ese público que tanto necesita el artista, de ese público tan voluble, tan cambiante, tan cercano y distante las más de las veces. Habla del aplauso, del éxito (o la sensación de éxito), el fracaso (o la sensación de fracaso), de las razones por las que hacemos las cosas y de las razones por las que, la mayoría de las veces, no las hacemos. Esclavos del público aun cuando nos creemos libres. Habla por supuesto de la necesidad de ser percibidos, pues lo dijo ya Berkeley “ser es ser percibido”.
Y de muchas más cosas trata esta obra, de la vida, y “de la muerte también” (como decía una vieja canción), pues no hay vida sin muerte ni muerte sin vida, y si trata de la vida, ¿cómo no tratar de la soledad? La soledad del artista, y por descontado a la soledad del ser humano, que en su búsqueda constante de quimeras imposibles se encuentra siempre solo, pues las quimeras, (como los Dioses griegos, como la Tragedia y como el destino), no admiten compañía.
Y aún trata de otras tantas cosas; trata de las jaulas, aquellas en las que nos encierran y aquellas otras, quizás más poderosas, en las que nos encerramos nosotros mismos. (...) también la obra trata del corazón, del de cada uno y del de todos, puesto que nada puede tratar sobre el hombre sin tratar su corazón, su voluntad, su irracionalidad, su vulgaridad, su ser extraordinario, su pasión, su conciencia... Sin olvidarnos del querer ir más allá, del superarse, de la satisfacción, del orgullo, de la pasión o de la falta de ella, de las razones por las que hacemos las cosas y sobre todo, de lo que somos, de lo que quisiéramos ser y de lo que nos dejan ser.
Y aún trata de otras tantas cosas; trata de las jaulas, aquellas en las que nos encierran y aquellas otras, quizás más poderosas, en las que nos encerramos nosotros mismos. (...) también la obra trata del corazón, del de cada uno y del de todos, puesto que nada puede tratar sobre el hombre sin tratar su corazón, su voluntad, su irracionalidad, su vulgaridad, su ser extraordinario, su pasión, su conciencia... Sin olvidarnos del querer ir más allá, del superarse, de la satisfacción, del orgullo, de la pasión o de la falta de ella, de las razones por las que hacemos las cosas y sobre todo, de lo que somos, de lo que quisiéramos ser y de lo que nos dejan ser.
También ¡cómo no!, del amor, el amor a la perfección, el amor al arte, el amor a uno mismo, el amor al público. Sí, es verdad, no habla del amor humano, y sin embargo ese vacío es tan grande que deberíamos preguntarnos por qué, tal vez porque lo llena todo, es tan inmenso que no hace falta nombrarlo, que está ahí, esperando, incluso en las vidas más tristes, más anodinas, más misteriosas o más impenetrables. Está ahí y tal vez sea la jaula más grande y las más hermosa y siendo jaula, la más necesaria.
¿Y de la amistad? También de ella habla, de una amistad que casi no se dice, entre un pobre artista y un empresario avaricioso pero que no permite que el artista siga con su espectáculo más allá del límite y miente, y se miente, diciendo que a partir de un momento el público pierde interés... tal vez sea ironía o tal vez engaño, pero eso el autor no nos lo cuenta. A cada uno corresponde adivinar la realidad oculta, que como los deseos más íntimos o los pesares más profundos, nunca se dicen pero siempre esperamos que los demás los descubran. Y si es ironía, también trata de eso la vida, pues ¿no es irónico que el hambre se convierta en un espectáculo de circo? Espectáculo que normalmente no queremos ver,,, y ¿no es irónico que para llegar a lo mejor de su arte el artista tenga que morir? ¿Así pues, todo es engaño? Sin duda el teatro es una farsa, eso lo saben todos los artistas, pero, ¿engaño? ¿No será al revés, no será que la farsa es la vida que vivimos y la verdad se encuentre en los escenarios? O tal vez ambos sean engaños o ninguno lo sea, que lo verdadero y lo falso muchas veces no hay manera de distinguirlo. Y si no podemos, ¿no será que quizás sea lo mismo?
Tratar, de lo que se dice tratar, la obra trata de muchas cosas, y cada espectador encontrará matices distintos, lecturas dispares, interpretaciones opuestas o derivadas, y cada época entenderá sus cosas, e incluso algunas no entenderán nada y otras querrán arrogarse el mérito de entenderlas todas y cada generación destacará algunas cosas y desdeñará otras y todas tienen que ser válidas pues es requisito que sea así para ser una obra maestra y esta, tan bien escrita, tan profundamente narrada, tan elegantemente escenografiada, tan cuidadosamente interpretada, no lo dudemos, lo es y como lo es y como también lo es su adaptación al teatro, nadie debería perdérsela.
Preguntaba al principio, ¿de qué trata esta obra?: De todos y de todo."
Juan Ramón Balcells (espectador de la 3ª representación, el 25.04.13)
Juan Ramón Balcells (espectador de la 3ª representación, el 25.04.13)